Marcelo Zevallos, artista egresado de la Escuela de Bellas Artes, conjuga su formación académica con tradiciones ancestrales a través de la indumentaria religiosa, transformándola en objeto de culto popular.
Exentas de su uso ceremonial, solemnes casullas, mitras, estolas, confeccionadas a escala real, adoptan elementos iconográficos urbanos de ascendencia pre hispana, feroces y amenazantes se impone sobre las mitras el rayo y el puma. De su madre recoge el fervor del trabajo con las manos, la obra única e irrepetible, la fe que mueve masas a continuar con los rituales lo conmueve. A la par descubre su barroquismo en bordados de estridentes colores, apliques de espejos retrovisores, cds consagrados y suerteros huairuros.
Su iconografía retoma elementos prehispánicos, vigentes y familiares hoy en mercados artesanales, como las muñecas de Chancay dispuestas en esotéricos amarres o en filas al estilo Wari. El concierto entre el cactus San Pedro y el espejo ojo delante de la mitra sugiere la trascendencia, la capacidad de visionar posible en quienes se adentran en el conocimiento, en la observación. Los pompones y los procesionales detentes colocados en una de sus casullas secularizan el atuendo, haciéndolo más asimilable. Así acerca el distante y protocolar atuendo eclesiástico, proponiendo un diálogo, con imágenes colectivas, tradicionales y actuales. La investidura que nos presenta Marcelo, a la luz del nuevo pontífice, cuestiona el actual papel de la iglesia, demandando el común generalizado de diálogo, acercamiento y tolerancia entre los distintos credos. Entendiendo que más allá de centros de influencia religiosa, existen y conviven variadas formas de religiosidad; quizá hoy Pachacámac nos siga protegiendo de los temblores o provoque un sismo al aparecer sobre la casulla, que no de manera gratuita, es morada.
La obra de Zevallos tiene adherida la preciada libertad de nuestros artistas coloniales, quienes lejos de ser simples reproductores, se valen de la plataforma estética occidental alterando sus contenidos, incluyendo, omitiendo y recreando formas originales. Sus inclusivas prendas se apropian de cds colgados en buses o taxis, esta vez de manera vertical sobre la casulla, teatralizando e ironizando la pieza. Si las prendas nos identifican, el evangelio según las prendas de Marcelo, no hace más que repetir como reza en nuestro argot cultural popular, la diversidad, la inclusión y la pluriculturalidad. Su exploración por las imágenes esta vez transitó por el vestido, con obras que datan de 2006 y que vuelve a develar para nuestro deleite, para hacernos pensar. Su siguiente proyecto en palabras del propio Marcelo, gira en torno a la investigación y producción en torno a la cartografía y monumentos de Lima tradicional, alterados con elementos de la Lima provinciana. La dialéctica es la misma, cortar, pegar, bordar, alterar. Tejedor, investigador de sincretismos, artista de la diversidad y de la inclusión, cuestiona y le sigue el pulso a nuestras creencias.
Angélica Brañez Medina
Historiadora del Arte.